La familia de los 3 asesinados en Luis R Calvo se debatieron en una gran inquietud en medio de su dolor. Demis Herrán, Franklin Sanjuanelo y Pedro Sanjuanelo Morales fueron despedidos por amigos y familiares en medios de llantos.
“Párate papito”, “¿Por qué te fuiste tan pronto?”, “nos dejaste tan rápido”, “fue mi culpa porque yo me fui”, eran las expresiones de dolor que se conjugaban con el llanto permanente de la familia y amigos de las 3 víctimas mortales del atentado de este domingo en Luis R Calvo. La dantesca escena se repetía una y otra vez, todos querían llorar a los difuntos.
La impotencia, el desespero y dolor se reflejaba en los rostros de quienes desconsoladamente exigían respuestas al cielo de lo que ocurrió esa mortal tarde. De un féretro a otro se rotaban para aprovechar el último instante de Demis, Franklin y Pedro en este mundo. El asombro de todos los asistentes se reflejaba en un silencio sepulcral.
Acabada la misa, al primero que llevaron a su sepultura fue a Demis acompañado por sus compañeros de trabajo, esos mismos con quienes compartía a diario la jornada laboral, uniformados como de costumbre le cumplieron la cita a su amigo. Mientras en la capilla la familia Sanjuanelo evitaba una cita obligada con el destino de Franklin y Pedro, padre e hijo. Un solo dolor vivido de 3 formas diferentes.
No hubo carroza fúnebre, todos los asistentes querían cargar los ataúdes en señal de acompañamiento, gratitud y despedida.
El dolor se agudizó cuando llegó el momento del sepulcro. Era imposible no llorar, decían algunos. Los hijos de Franklin en medio del dolor pedían que no continuaran con el ritual de exequias, pero era algo que no podían aplazar. El funeral terminó y aún persisten algunos interrogantes entorno a este fortuito caso.
La familia se abstuvo de dar alguna declaración a los medios, pero lo que sí se pudo constatar en toda la ceremonia fue el deseo de justicia que se reflejaba en sus rostros, pues, aún no salen del asombro de cómo acabó la vida de 3 hombres que lo único que hacían era compartir una tarde dominical.
Cierta es la frase, “todo mundo sabe cuándo y dónde nace, pero no cuándo y dónde muere”. Padre, hijo y yerno se fueron en un mismo viaje pero esta vez sin retorno.
Hoy los presuntos autores del triple crimen, cometido presuntamente por un piropo, sin buscados por la justicia y por dar información de su paradero las autoridades ofrecen $10 millones de pesos. De ellos no se conoce pista alguna, sólo se saben que eran venezolanos. Pareciera que al ‘Nene’ y al ‘Tony’ la tierra se los hubiera tragado.