Un sondeo ciudadano reveló que los problemas de delincuencia, el deficiente servicio de acueducto y la falta de oportunidades laborales son las mayores inquietudes de los habitantes de Santa Marta, justo cuando la ciudad se prepara para conmemorar su quincuacentenario.
Santa Marta está próxima a cumplir 500 años de historia, pero más allá de la expectativa por esta fecha simbólica, sus habitantes expresan un profundo descontento con las condiciones actuales de la ciudad.
Así lo demuestra un reciente sondeo ciudadano, en el que los samarios destacaron tres problemáticas que afectan seriamente su calidad de vida: la inseguridad, la falta de agua potable y el desempleo.
En primer lugar, la creciente ola de inseguridad se consolidó como la principal preocupación. Hurtos, homicidios, extorsiones y enfrentamientos entre grupos armados ilegales han sembrado el temor en todos los rincones de la ciudad.
“Ya uno no se siente tranquilo ni en su propio barrio. Hay miedo de salir, de andar por la calle, de llevar el celular en la mano”, comentó uno de los encuestados.
La segunda queja generalizada es el colapso del servicio de acueducto. En varios sectores de Santa Marta, el agua brilla por su ausencia. Hay comunidades que pasan semanas —e incluso meses— sin recibir el servicio, dependiendo de carrotanques o viéndose obligadas a comprar agua en carretillas.
“Llevamos años en lo mismo. Siempre hablan de proyectos, de soluciones, pero seguimos igual o peor. No es justo”, señaló una residente.
Por último, los samarios también manifestaron una creciente preocupación por la falta de empleo formal y las escasas oportunidades laborales. La informalidad predomina en gran parte del territorio, obligando a muchos a subsistir del rebusque o a migrar en busca de mejores condiciones.

Estas tres problemáticas resumen el sentir de una ciudad que, a pesar de su riqueza histórica, cultural y natural, enfrenta retos profundos que afectan la vida cotidiana de su gente.
A pocos meses de celebrar su quincuacentenario, el llamado de los samarios es claro: más allá de las conmemoraciones, Santa Marta necesita acciones concretas que dignifiquen a su población y le devuelvan la esperanza.
