› 33 angelitos murieron calcinados en uno de los hechos más aberrantes de la historia reciente del Magdalena, la Región Caribe y Colombia.
“Ninguna madre está preparada para sepultar a su hijo… ese dolor es tan grande, que no tiene nombre, en el lenguaje no hay una palabra que signifique ese sentimiento”, decía el sacerdote Hernando Fajid Álvarez Yacub en una de las eucaristía celebradas en el cementerio San Miguel de Santa Marta.
Y así como lo describió este famoso sacerdote, están hoy madres de los 33 niños que hace 5 años murieron quemados en un bus que los transportaba por una calle destapada de Fundación (centro del Magdalena) y se incendió dejándolos sin opción en cuestión de minutos.
Hace 5 años, era domingo; muchos pensaban en el debut de la selección Colombia en el Mundial de Brasil, pues restaban poquitos días de la primera aparición en 16 años en una Copa Fifa, pero esa mañana, 33 niños solo pensaban en reunirse con sus amigos de iglesia, jugar, comer, reír y volver a casa.
El 18 de mayo de 2014, 62 personas entre niños y adultos se movilizaban en un bus desde la Iglesia Pentecostal de Fundación y sobre la 1:10 p.m. el vehículo comenzó a incinerarse lo que dejaría como resultado una tragedia que aún recuerda y estremece al país; 33 niños y un adulto muerto, más de 15 heridos con quemaduras graves y 24 sobrevivientes.
Este hecho ocurrió cuando el bus se disponía a tomar la vía principal de ingreso a Fundación, pero el bus comenzó a fallar. Un fuerte olor a quemado se sintió, el conductor Jaime Gutiérrez se bajó, intentó prender el bus al echarle gasolina al carburador, lo que produjo una chispa y posteriormente una fuerte explosión que ocasionó la tragedia.
El bus, de placas UVS 556, estaba envuelto en llamas con 48 niños entre 2 y 12 años y dos adultos, todos de sectores deprimidos de Fundación. En el barrio Altamira, ante la mirada de algunas personas que llegaron a socorrer a los niños, pero pocos se pudieron salvar.
SE SALVÓ DE MORIR
Minutos antes de que estallara el vehículo, Shirley Acosta Montero decidió bajarse de la buseta e irse a pie hasta su casa en el barrio Vista Hermosa.
“Le pedí al conductor que me dejara en Jumbo -barrio que está cerca de la Iglesia Pentecostal de Colombia-. Primero me convenció de que me quedara, pero luego me dejo ir”, dice la menor de 10 años quien se salvó de morir como la mayoría de sus compañeros de la escuela dominical.
Pero Shirley perdió a su hermana Yajaira (12 años), quien sí se quedó en el vehículo hasta que se prendió en llamas.
SEPELIO DOLOROSO
Para muchos recordar esta fecha es doloroso; sobre recordar aquella transmisión por televisión con una caravana de autos fúnebres y de la Policía Nacional, quienes desde Barranquilla, transportaron los cuerpos en ataúdes blancos.
“Es de los episodios que quisiera que se borrarán de la mente. Había gente en la lado y lado de la carretera, con pañuelos blanco, banderas… -llanto- Son cosas que no debieron pasar…”, agrega Dolis Zambrano, moradora de Fundación.
Los cuerpos calcinados e irreconocibles, fueron traslados hasta Medicina Legal de Barranquilla para su plena identificación; otro episodio de dolor y angustia para las familias afectadas.
28 cuerpos de los niños fueron sepultados en el entonces recién inaugurado Parque Cementerio Ángeles de Luz, el miércoles 28 de mayo de 2014.
El resto de cuerpos se enterraron en Barranquilla y Santa Marta, y la niña Belkis Jhoana Paut Gómez fue sepultada en Venezuela.
Cerca de 90.000 personas asistieron al entierro colectivo que además contó con la presencia del entonces presiente de la República, Juan Manuel Santos.