Muchas estigmatizadas por el transporte público, otras no son dejadas entrar a supermercados y la mayoría son testigos presenciales de la muerte de sus compañeros y enfermos de Covid-19, pero deben seguir adelante con su voluntad y entrega: feliz día enfermeras.
En los pasillos de las clínicas, las salas de urgencia de los hospitales, en la compañía a los enfermos, las enfermeras son las guerreras que su estrega se convierte en su espada, el amor con el que trabajan y su Cofia el escudo para salir adelante.
‘El día mundial de las enfermeras’. Hoy hace 200 años que nacía en Florencia Florence Nightingale, considerada la fundadora de la enfermería moderna, y no es por esto ni por ser el año mundial de las enfermeras que estas están de máxima actualidad, sino por la situación de crisis sanitaria que vive el mundo desde hace varias semanas.
La OMS –Organización Mundial de la Salud– insiste en la importancia de las enfermeras en los sistemas sanitarios y recuerda a los gobiernos que la inversión en estas profesionales no solo mejora los resultados en salud, sino que también robustece las economías y favorece la igualdad de género.
Las enfermeras están presentes en multitud de ámbitos, bien acompañando a las personas o a las comunidades. Las enfermeras acompañan al ser humano desde antes del nacimiento, le reciben al nacer y estarán junto a él o ella a lo largo de toda su vida, tanto cuando enferma como cuando está sano o sana, ayudándole a mantener su salud. Hay enfermeras en escuelas, en cárceles, en residencias, en hospitales, así como trabajando en la comunidad, en instituciones o en las empresas.
