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Santa Marta

Exclusivo condominio en Santa Marta lleno de migrantes venezolanos

Los residentes del complejo, a pocos metros del mar, pagan de arriendo entre $150.000 y $500.000. 

En un condominio, que por fuera pareciera estar abandonado, ubicado en el exclusivo sector de Pozos Colorados, en Santa Marta, viven casi noventa familias de migrantes venezolanos.

Los nuevos residentes del conjunto Lagomar, vecino de Hotel Estelar y de otros grandes proyectos como Sierra Beach y La Samaria, comparten todos los días el placer de vivir en una de las mejores zonas urbanas de la ciudad, de estrato 6 y con una espectacular vista al mar.

Este grupo de extranjeros que llegó a la capital del Magdalena huyendo de la crisis del país vecino, encontró en el complejo la oportunidad de ocupar a un muy bajo costo decenas de apartamentos.

A pesar que en este sector el canon de arrendamiento ordinario de un apartamento, en conjunto con la administración y servicios públicos domiciliarios, superaría los tres millones de pesos, los migrantes pagan una mensualidad de 180.000 pesos por un apartaestudio y 500 mil pesos si es un apartamento de dos y tres habitaciones.

El condominio fue construido mediante decreto 162 del 21 de febrero de 1994 otorgado por la Alcaldía de Santa Marta.

Según el diario EL TIEMPO pudo establecer que de los 300 apartamentos de este condominio de 13 pisos, al menos unos 160 están siendo ocupados. Se cree que poco más de la mitad han sido tomados en arriendo por migrantes venezolanos; otra cantidad son alquilados a turistas y en una porción más pequeña viven personas que se identifican a sí mismos como propietarios.

El secretario de planeación de Distrito de Santa Marta, Francisco García, explica que la amplia diferencia entre los valores por pago de alquiler obedece a que Lagomar, si bien es un condominio con características similares a otros hoteles del sector, no está totalmente terminado en su estructura y las conexiones de luz y agua son fraudulentas.

Por esto, la Secretaría de Planeación del Distrito advirtió que “Lagomar no cuenta con ningún permiso para ser habitado”.

“Lagomar no cuenta con ningún permiso para ser habitado”

De acuerdo con García, “a mediados de ese mismo año iniciaron su levantamiento y lograron avanzar hasta la etapa final, a falta de retoques en su fachada y en las áreas comunes. No obstante, un lío jurídico por la propiedad del predio utilizado, obligó a paralizar la construcción que hasta el día de hoy permanece inconclusa”.

‘Aquí vivimos como reyes’

Sin embargo, adentro del condominio la situación es otra. Aunque la luminaria y las estructuras generales con el pasar de los años fueron robadas, los moradores han ido reconstruyendo en cada piso los pasillos y mejorando la parte interna de sus residencias.

Habitantes del lugar relataron que en la parte de afuera del complejo se estacionan a diario vehículos de alta gama, que serían de los mismos dueños de apartamentos, quienes llegan a dormir o a supervisar que todo se encuentre bien.

“Hay varios que solo vienen a vacacionar. Ellos le pagan a uno de los tres administradores que hay en el condominio o algún venezolano para que les cuide su propiedad”, precisó Laura, una de las residentes, que también dijo que debe pagar puntual su arriendo o de lo contrario le piden que desocupe la vivienda.

Otra residente que asegura ser propietaria de varias viviendas manifestó que “estos apartamentos no tienen nada que envidiarle a otro ubicado en un hotel del mismo sector de estrato seis. Aquí vivimos como reyes pagando poco”.

Amplios y modernos balcones con vista al mar, baños con jacuzzi, enormes armarios, cocinas integrales y habitaciones amplias con aire acondicionado, son algunas de las características que les ofrece Lagomar a sus huéspedes.

“Estos apartamentos no tienen nada que envidiarle a otro ubicado en un hotel del mismo sector de estrato seis”.

La ‘propietaria’ que prefirió reservar su identidad, también aseguró que “aunque las viviendas con mejores acabados son ocupados por los propios dueños, ya sea para vivir o como un sitio de descanso en vacaciones, el resto de opciones puestas en arriendo también brindan lujos y comodidades al arrendatario”.

En cuanto a quiénes serían los propietarios de los apartamentos, la mujer afirmó que estos serían varios “empresarios, funcionarios públicos de Santa Marta y personas del interior del país que se arriesgaron y hoy tienen una propiedad en este condominio con únicamente un título de posesión”.

Otros habitantes también sostuvieron que los dueños actuales de los apartamentos no corresponden a quienes invirtieron en el proyecto en 1994.

La mujer agregó que así como ella algunos más han aprovechado el lío legal que enfrenta Lagomar para hacerse con hasta 10 apartamentos y que posteriormente alquilan a migrantes venezolanos.

“La idea es recuperar la inversión, así que le hacemos algunos arreglos a la propiedad y la arrendamos a personas con necesidad de vivienda”, puntualizó la propietaria.

Todo por adelantado

Para alquilar una vivienda en Lagomar no es necesario ningún documento legal, ni codeudor, solo se pide el pago del mes por adelantado. Luego de la transacción, el arrendatario recibe un lugar amplio en cercanías a la playa e incluso puede solicitar camas, cocina, comedor y uno que otro mueble.

Los servicios públicos domiciliarios también están garantizados. Tres o cuatro personas que administran el condominio se la han ingeniado para realizar conexiones rudimentarias y así llevar energía eléctrica y agua a cada inmueble sin pagar un solo peso adicional.

No obstante, Electricaribe informó que este proyecto de vivienda nunca presentó una solicitud de electrificación, es decir que la energía que reciben los residentes además de ser ilegal, es riesgosa y podría generar una emergencia con resultados lamentables.

De todas maneras, la gran mayoría de los apartamentos tiene acceso al fluido eléctrico, incluso el sistema de acueducto que se implementó de subir el agua de una alberca a tanques elevados también está conectado al mismo sistema.

Para Claudia, una ciudadana venezolana que vive con su esposo y un hijo en un apartaestudio en donde paga 180.000 pesos de arriendo, todo se trata de un sueño.

“Pensamos que era un chiste de un amigo, pero en cuanto averiguamos y constatamos que era verdad, no dudamos en pasarnos y comenzar aquí una nueva vida”, señaló la mujer, quien asegura que su plan favorito los domingos por la tarde es ir con su familia a disfrutar de un baño en la playa que le queda a pocos metros de su residencia.

Ella antes vivía en el Cerro de las Tres Cruces, donde debía pagar una mensualidad de 200 mil pesos al mes. “Ahí dormíamos en una habitación incómoda e insegura”, comentó Claudia, quien ahora permanece feliz y cómoda en Pozos Colorados, cuidando a su hijo de seis años, mientras su pareja trabaja vendiendo plátanos verdes en el Centro de la ciudad.

Todas estas personas oriundas de Venezuela, al igual que el resto de sus compatriotas radicados en cerros e invasiones de Santa Marta, mantienen su esperanza de un mejor futuro, mientras afrontan su lucha diaria por la sobrevivencia lejos de su lugar de origen.

Eso sí, ninguno entiende cómo Lagomar mantiene una ocupación alta, sin ninguna clase de autorización para ser habitado, tampoco conocen las razones por las que las autoridades no han intervenido el lugar y se preguntan con frecuencia cómo funcionan desde hace ya varios años tiendas, peluquerías y establecimientos públicos en esta edificación.

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