El presidente Evo Morales denunció el miércoles que la derecha gesta un “golpe de Estado” al proclamarse ganador de las elecciones mientras se multiplican las protestas en su contra por un supuesto fraude en los reñidos comicios, cuyos resultados finales aún se desconocen.
Tres días después el país sigue en vilo sobre si habrá o no una segunda vuelta pero todo parece indicar que Morales deberá jugarse su futuro político en un balotaje.
“Quiero denunciar ante el pueblo y el mundo que está en proceso un golpe de Estado. Ya sabíamos, se preparó la derecha con apoyo internacional”, dijo Morales en una rueda de prensa con corresponsales en la que no aceptó preguntas.
Agregó que la prueba de la supuesta conspiración es la “quema” de las oficinas electorales en dos ciudades donde se hacía el computo.
Según el cómputo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Morales obtenía 46,49% de los votos mientras que el expresidente y candidato Carlos Mesa alcanzaba el 37,01% con el 96,78% de las actas computadas.
La ley indica que para ganar en primera vuelta un candidato debe obtener 50% más uno de los votos o lograr 40% y tener una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo postulante más votado.
“Estamos esperando un informe del Tribunal Electoral, aunque el TREP (conteo rápido) ya dijo que ganamos”, sostuvo el mandatario.
Los líderes de las protestas antigubernamentales -opositores y organizaciones sociales- hicieron a su vez un llamado a defender en las calles “el voto ciudadano y la democracia” ante las sospechas de fraude.
El martes el país vivió una segunda noche de violentas protestas callejeras en varias ciudades que dejaron algunos heridos.
Las sospechas de supuesto fraude se vieron alimentadas por la interrupción durante 24 horas de la transmisión del conteo preliminar que daba ganador a Morales y en segundo lugar a Mesa y proyectaban una segunda vuelta. Pero el lunes, cuando se reanudó la transmisión, los resultados parciales proyectaban que Morales ganaba en primera vuelta.
Las nuevas cifras desataron protestas y colocaron al TSE en la mira de la comunidad internacional. La misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) pidió explicaciones y la Unión Europea y la ONU manifestaron su preocupación por el proceso electoral y llamaron a la calma. Estados Unidos y Brasil, entre otros, se sumaron a los pedidos.
El Consejo Permanente de la OEA realizará una reunión especial para considerar la situación en Bolivia.