En el año 1999, un grupo de estudiantes en un colegio de Bélgica tuvieron que ser llevados a un centro hospitalario tras caer enfermos con síntomas similares: dolores de cabeza, mareos y molestias estomacales.
La enfermera de la escuela, quien los atendió en primera instancia, intentando encontrar la causa del malestar, les preguntó qué habían ingerido. Hubo una sola cosa que todos tenían en común: habían bebido latas de Coca-Cola.
Los estudiantes, también reportaron que la bebida tenía un olor raro.
Después de lo ocurrido en la escuela, el gobierno de ese país pudo conocer que ya eran muchas las personas que se estaban enfermando, e incluso hubo algunos casos al otro lado de la frontera, en Francia. Todos se habrían enfermado después de haber tomado Coca-Cola.
La empresa al momento de conocer los casos inmediatamente retiro algunos de sus productos.
El gobierno belga, por su parte, abrió una línea telefónica para denunciar casos y comenzó una investigación. De forma preventiva, prohibió la venta de bebidas de Coca-Cola, incluyendo no solo esa gaseosa sino otras de la popular marca.
Las autoridades belgas convocaron un grupo de diez expertos para evaluar la situación y encontrar las causas del porque las personas se estaban enfermando al ingerir la famosa gaseosa Coca-Cola.
“Se trata de una condición en la que las personas tienen síntomas de forma colectiva, que sugieren una enfermedad, pero que en realidad no tienen una causa médica. Sin embargo esas personas creen que hay una causa en común”, explicó Nemery.
Según el científico, la clave del desorden está en la creencia de que algo te está enfermando. Eso genera síntomas que son reales. Muchas veces los síntomas son leves: malestar, dolor de cabeza, reacciones similares a una alergia.