En el área urbana y rural de Santa Marta hay 6 puentes peatonales que no son utilizados por la ciudadanía porque se han convertido en focos de la delincuencia y la inseguridad. Los denunciantes aseguran que corren menos peligro cruzando la calzada.
De acuerdo con informes de la dirección nacional de la Policía de Tránsito y Transporte en 2017 192 personas fallecieron por cruzar las avenidas y calzadas menoscabando el uso de los puentes peatonales, mientras que en 2019 la cifra se incrementó a 773 ciudadanos.
Los datos arrojados preocupan a los analistas de movilidad porque es una taza que muestra una tendencia al aumento en las regiones de Colombia. Desafiar la velocidad y ligereza de los vehículos desencadena trágicas escenas.
En Santa Marta los índices de mortalidad por el no uso de estos puentes no son tan altos, pero la no utilización de estos sí es elevada. Según una análisis hecho por SANTA MARTA AL DIA, 8 de cada 10 peatones se arriesgan al cruzar la vía, mientras los otros 2 se van al puente.
Estos guarismos pueden variar dependiendo el sector donde se encuentran instaladas las estructuras, porque en algunos barrios nadie se atreve a subirse al puente porque temen a un atraco, ya que estos sitios se han convertido en focos de la delincuencia. Los jíbaros han tomado estos espacios públicos para la venta y consumo de estupefacientes.
La inseguridad parece reinar, y esta sería la causa primaria para que estas moles se conviertan en parte del paisaje y sean vistas como de lujos.
LOS PUENTES EN LA ZONA RURAL
Pese a las promociones hechas para el uso de los puentes peatonales las personas que residen en Don Jaca y Gaira no se han acostumbrado a utilizarlos, pero subyace sobre esta situación un miedo en ciertas horas del día, pues, la soledad impide que se cruce cumpliendo con el fin de las estructuras.
LOS ESTUDIANTES NO USAN LOS PUENTES
Sobre la Troncal del Caribe, especialmente en las áreas cercanas a las universidades del Magdalena y la Cooperativa de Colombia (UCC), los estudiantes y otros transeúntes se niegan a subir a estos puentes porque los atracos y el avistamientos de individuos sospechosos le generan una atmósfera de inseguridad.
“Estamos muy afectados por esta situación, me da miedo coger el puente de noche cuando salgo tarde de clases porque casi siempre hay personas inescrupulosas puestas sobre el puente y pues obviamente temo a que me hagan algún daño o me vayan a robar, cosa que ocurre muy frecuente”, dijo Yulitza Núñez, estudiante de la UCC.
Otras de las anomalías que reportan los estudiantes es la ausencia de Policías en estas zonas, además la oscuridad que reina por falta de luminarias sobre el puente.
LOS PUENTES DE JUAN XXIII Y SAN FERNANDO, NADIE LOS USA
Los líderes comunales de estos asentamientos contiguos a la vía Alterna al Puerto, confluyen al indicar que estas estructuras metálicas no están cumpliendo su fin, no solo porque la gente no le dé pereza utilizarlo, sino porque estos sitios representan inseguridad.
Los puentes hoy son sinónimo de venta de narcóticos y de robos constantes.
Las comunidades exigen la presencia de las autoridades policiales para desterrar a las personas que se han apoderado de la inseguridad de los puentes.