Para nadie es un secreto los conflictos que se presentan al interior de la Alcaldía de Santa Marta, conflictos administrativos, de intereses políticos, intereses económicos y de otro tipo, por lo que la pugna interior se vive en todos los aspectos y en todas las dependencias de la entidad.
A esta serie de intereses se suma uno más, y tiene que ver con la parte estructural, hablamos de un sitio que durante muchos años ha sido emblemático y hasta simbólicos de la Alcaldía.
Hablamos del salón Amarillo, como se llamaba antes, o el salón Blanco, como lo pintaron y la bautizaron posteriormente o el salón Amarillo como lo pintaron y lo volvieron a bautizar nuevamente.
EL QUE MANDA, MANDA
Para un ciudadano común y corriente el color de dicho salón, en donde se realizan las reuniones más importantes de las administraciones de turno, no tendría importancia, pero al parecer no es así, sí tiene importancia.
Ese salón ha sido la clave para demostrar quien tiene el poder, pues desde hace muchos años se venía conociendo como el salón Amarillo, pero al llegar a la Alcaldía el ex mandatario Carlos Caicedo fue pintado y bautizado como salón Blanco, hoy con la llegada de Andrés Rugeles, nuevamente el salón es Amarillo, como antes.
La expectativa, ahora que estamos ad-portas de un nuevo proceso electoral, tiene que ver con que grupo saldrá ganador, y si quien gana la Alcaldía es amante del color blanco, o amarillo, o si aparece un tercero en discordia y lo pinta de otro color.
Pareciera que no es nada trascendental, pero en el fondo esta “guerra de colores”, tiene como objetivo hacer ver y sentir quien manda, quien tiene el poder, o mostrar que el que manda, manda, aunque…