Gracias al vallenato en la casa del futbolista Rafael Santos Borré Amaury ‘retumbaba’ la música, la caja, la guacharaca, el acordeón y las canciones de Diomedes Díaz, sus padres Deisy e Ismael le cantaban desde que estaba en su vientre en especial la canción del Cacique de la Junta ‘Mi muchacho’, la misma que le compuso Diomedes a su hijo Rafael Santos, nombre que repitieron la familia Borré para su pequeño hijo.
“Por eso Rafael Santos yo quiero dejarte dicho en esta canción, que si te inspira ser zapatero solo quiero que seas el mejor, porque de nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo”. La cantaban una y otra vez.
Desde muy niño en el barrio Santo Domingo de Barranquilla, Rafael Borré disfrutaba junto a su papá, quien era un fanático del fútbol y lo llevaba a ver los partidos de sus tíos, quienes todos los fines de semana jugaban en una de las ‘polvorientas’ canchas del sector.
Su padre Ismael soñaba que su hijo iba entrar al campo, puesto que cada vez que el balón se salía de la cancha Rafael iba a recogerlo y así lograba pegarle patadas y, cuando terminaba el partido, su papá cogía el balón y hacía pases con él.
Pero llegó un momento difícil para la familia Borré, la separación de sus padres, Rafael se fue a vivir con su papá y su nueva esposa Ana Beatriz Madera a Valledupar, en donde comenzó a entrenar con un equipo de la ciudad. Solo en vacaciones era que aprovechaba para ir a visitar a Deisy, su mamá, a Barranquilla.
En uno de esos viajes a la capital del Atlántico le ofrecieron hacer pruebas en la escuela Neogranadinos, la cual era de Federico Chams y de Álvaro Aguilar, el papá de Abel Aguilar aunque fue elegido pero sin embargo, Ismael, su padre, no estaba de acuerdo con que viviera en el barrio Santo Domingo, puesto que lo consideraba peligroso.
El interés por Rafael Borré de los neogranadinos era a tal punto, que Federico Chams aceptó llevarse a Rafael a vivir junto a su familia para que pudiera quedarse en la escuela.
El hoy goleador de River Plate de Argentina, máximo artillero de la Superliga, afirmó a El Espectador que cuando no tenía para los pasajes, “me tocaba caminar hasta el entrenamiento. Eran trayectos largos bajo el sol, los cuales me desgastaban mucho. Claro que llegaba a entrenar y no tenía excusas”.
Luego se dio a conocer con muchos entrenadores entre esos Henry Peralta quien era uno de los entrenadores de la escuela y desde que vio jugar a Rafael Santos Borré quedó impresionado tanto que le insistió a su amigo Agustín Garizabalo, un cazatalentos del Deportivo Cali, para que fuera a algún partido a verlo. Luego de seis meses de insistencia Garizabalo aceptó la invitación y con ver tan solo 20 minutos de un partido se convenció del talento del goleador. Y le dijo a Henry: “Este ‘pelao’ me interesa”, Y así fue que llegó al equipo azucarero.
La carrera futbolística fue creciendo más y más para Rafael Santo Borré que llegó a hacer parte del Deportivo Independiente Medellín donde ganaron la Liga y al tiempo pasó al Atlético Madrid de España. La adaptación al Viejo Continente le costó. Era muy joven y la competencia por un puesto en la titular era dura. Luego lo prestaron al Villarreal y allá tampoco logró destacarse. Así que su salvavidas fue volver a Suramérica, pero a un gran equipo como lo es River Plate.
Rafael Santos Borré sigue cumpliendo sus sueños y sigue los pasos de aquella letra que le cantaron sus padres en su momento donde le inculcaron a ser futbolista y está siendo el mejor.
Tomado de El Pilón