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Opinión

El relato de la desesperanza

Es hijo de la cuarta generación de los “llegados”. La primera salió huyendo del pueblo donde nacieron cuando aparecieron los primeros “pájaros” del terror. Ahí empezó el laberinto, ante la presencia de ilegales. Lograron ubicarse en un pueblo de la sábana y con múltiples sacrificios y carencias, adquirieron un pedazo de tierra. Una fanegada de seis mil cuatrocientos metros cuadrados, donde alcanzaron a producir sus alimentos y a vender al mercado sus excedentes. Fueron días de sosiego y de cierta tranquilidad, por lo menos, nadie sabía quienes eran. La dictadura del secreto les favoreció.

Con el correr del tiempo, empezaron a llegar al mundo sus hijos. Primero fue Mozart y después de tres años, Catalina. Por último nació Jefferson. Todos con nombres estudiados y escogidos cuidadosamente, para que imitaran y siguieran el legado de grandes figuras de la historia que se llamaron de la misma manera. Estos son Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart​, más conocido como Wolfgang Amadeus Mozart o simplemente Mozart, compositor y pianista del antiguo Arzobispado de Salzburgo, maestro del Clasicismo, considerado como uno de los músicos más influyentes y destacados de la historia; Catalina II de Rusia, Emperatriz, considerada una mujer culta, sagaz, muy hábil, apasionada y con una vida privada un tanto peculiar. Amiga de los grandes ilustrados franceses como Diderot, Montesquieu y Voltaire, y como el escritor belga Charles-Joseph de Ligne. Por último Thomas Jefferson, principal autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776. Conocido por su promoción de los ideales del republicanismo en los Estados Unidos. Anticipó la visión de Estados Unidos de América como el respaldo de un gran «imperio de la libertad», que promoviera la democracia y la lucha contra el imperialismo británico.

Teniendo como referentes a estos tres grandes personajes de la historia, de la cultura, de la política y del poder, los jóvenes fueron desde niños al colegio público más prestante de la municipalidad. Quien brilló de inmediato con su liderazgo fue Catalina. Participaba en cada una de las actividades extracurriculares, pero además ejercía un protagonismo académico fuerte.

Al transcurrir el tiempo, uno de los agentes de la ilegalidad comenzó a cortejar a la sobresaliente hija de Don Pluto, cómo le decían en la región. La madre de la joven, previniendo un posible triste desenlace, le solicitó a su querido esposo que enviarán a sus hijos a la capital, para así evitar, según ella, las relaciones con los voceros de la insurgencia. Fue así como tomaron la decisión de adquirir un pequeño, pero atractivo apartamento en unas de las localidades, en donde estaban ubicadas las instituciones de educación superior.

Por su parte, Mozart nunca quiso hacerle homenaje a su histórico nombre. se inclinó por los números razón por la que decidió estudiar matemática pura. Mientras tanto, Jefferson se apasionó con los negocios, lo que lo llevó a transformar el emprendimiento agropecuario familiar en una empresa agrícola de la región, con más de 100 empleados y una basta red de proveedores de alimentos para las cinco mil cabezas de ganado, que en ese momento tenían.

Catalina la grande, la niña de los ojos de sus taitas, tomó la célebre posición de darle gusto a su amado padre y se vinculó a una de las más prestantes universidades del país, en la carrera de Ciencia política y Gobierno. Ahí nuevamente se relacionó con los integrantes de la organización, que en su pueblo la habían contactado, pero esta vez fue abordada por un joven buen mozo, de origen familiar, estrato número seis y vecinos de la finca de sus padres. Características que no causaron sospecha y resquemores sobre la relación, pero aunque oculto, allí se encontraba el veneno.

Con el correr de los días, la joven pudo verificar que sus allegados sólo eran los testaferros de las inversiones de la organización ilegal. El dilema para ella fue traumático. Por un lado, estaba la confianza que sus padres le habían depositado, ya que se encontraba en el último semestre de su profesión y por otro, estaban sus hermanos, conocedores al detalle de la situación de su pareja. Catalina tenía que tomar una decisión de vida y para eso le solicitó a su madre una conversación especial entre las dos. La consecuencia fue inesperada; al enterarse de la historia detrás de aquel joven “de buena familia”, la madre sufrió un infarto agudo.

Después de la recuperación de la mujer, la situación seguía sin ser resuelta. Don Pluto se vió en la imperiosa necesidad de intervenir y fue ahí cuando llamó a sus vecinos y les advirtió que tenía pleno conocimiento de quiénes eran ellos y que para no crear un entorno complejo y confrontacional, vendería todos sus activos y se trasladaría a otro lugar del país .

Parte II

El actor armado no entendió o no quiso comprender el mensaje de Don Pluto, por el contrario, le exigió que para poder vender sus negocios tenía que pagar una fuente suma de dinero como contribución a su causa, hecho que generó un fuerte altercado con los ” comandantes”, del frente que operaba en ése microterritorio. De ahí en adelante, todo fue nuevamente un torrencial proceso de disputas, confrontaciones y agresiones, las cuales llegaron a cegar la vida de Jefferson. Está última situacion produjo el desplazamiento del ente territorial y la depreciación de todos sus activos.

Ante el grave momento vivido, Catalina tomó la lamentable decisión de enfrentar a sus supuestos amigos y se asoció con otros vecinos. Fue así como inició una carrera de ajuste de cuentas contra todos los posibles colaboradores de la organización insurgente, dejando como resultado varios homicidios de lado y lado.

Ese fue el desenlace del inicial idilio de amor.

Como consecuencia de todo, la segunda generación tuvo que ausentarse del territorio para preservar su vida. Mozart, ya con mujer e hijos, se ubicó en la región cafetera. Con pocos ahorros, empezó un nuevo momento de su vida. Él como un gran matemático logró vincularse a la institución de educación superior de mayor prestigio de la región. Su esposa, gestionó y formalizó un laboratorio en donde vendían servicios profesionales de transformación de la sangre, es decir un banco privado para proveer al mercado local.

En el territorio tenían fuerte presencia los testaferros del narcotráfico, que con la opulencia invertían en diversos tipos de negocios; finca raíz, cadena de valor del turismo, fincas cafeteras y en la movilidad. Tanto Mozart como su bella esposa, estaban dichosos de haber tomado la decisión de ubicarse en ése lugar. Diariamente les iba bien con la rentabilidad del negocio; la demanda de las clínicas privadas era un factor importante para su empresa.

Después de treinta meses de estar laborando 24/7, se fueron unos días de vacaciones para Europa. Sus hijos gozaron su estadía en el viejo continente, en el que lograron conocer varias empresas, que estaban ofreciendo tecnología de punta, para hacer el examen nutrigenético a cada uno de los niños y niñas, para de esta forma determinar qué alimentos consumir y cuáles no.

Por su parte, Don Pluto, su esposa e hija, seguían batallando por salvar algo del patrimonio, sin embargo, empezaron a sentir cansancio, mucha insatisfacción y una carga de estrés muy grande. Así fue como inició el deterioro de su salud, ahora estaban enfrentando una nueva prueba, la más dura cargada de dolor y desesperanza.

Catalina la grande, después de semejante situación que le tocó enfrentar, se volvió una persona introvertida, desconfiada y con poco interés por lo público. Su refugio lo encontró en la lectura de novelas, relatos y cuentos, así como en el consumo de películas de espionajes. Su pasión se volcó a investigar, estudiar, hacer análisis y reflexión sobre la comunidad de inteligencia israelí; el Mossad.

La tercera generación ya había crecido lo suficiente, entraron en la universidad y se ubicaron en la capital de la salsa, en el sur del país. Se matricularon en las mejores instituciones de educación superior, y su proyección era la de ser importantes profesionales en las ciencias de la salud. Ya con la experiencia de sus padres, tenían un largo trecho recorrido, conocían el sistema por dentro, diferenciaban claramente la alta complejidad y la atención básica.

En la universidad uno empieza a establecer relaciones, en especial, a conocer a los otros compañeros de estudios de tal forma que, se logra saber de primera mano, quién es quién, qué hacen los padres, y si se es acucioso, hasta se logra capturar información sensible y relevante. Eso hizo el primogénito de Mozart, cuando conoció a una hermosa chica en clases y de la cual comprobó que era la “ñeñe” de uno de los capos de ése momento en la Sultana.

El buen chico que estaba por graduarse con honores, se empecinó en establecer una relación con la mujer de los ojos café. Le decía “cafecito”, y ella se fascinaba con ese trato, hasta el punto que ya compartían fiestas y salidas. El padre de la joven (cómo todo traqueto y capo del narcotráfico) investigó al pretendiente de su hija, de tal forma, que poseía información detallada de la familia; dónde vivían, en qué trabajaban, cuántos eran y qué tipo de patrimonio poseían.

Después de varios meses de establecer una relación, los dos jóvenes propusieron una presentación formal