“Era siempre la misma técnica. Esperaba a que todos se distrajeran, se fijaba que mi madre estuviera ocupaba, entraba a mi habitación y ahí me acosaba”, declaró Caroline.
La mayoría de las personas, en especial los niños, sueñan con amaneceres bonitos, con el canto de las aves al despertar y con el clima frío con el que despierta la ciudad. Pero en este caso, lo único frío que sentía Caroline Mishel González, eran las manos que rodeaban su cuerpo al abrir los ojos.
El desahogo llegó por algo que puede parecer tan simple, una casual visita inesperada de una familiar, que para ella era mucho más.
Fue la única vez que pudo ser escuchada y no lo resistió más. Le contó a una de sus primas que su papá abusaba de ella hace más de una década. Que lo hacía de manera reiterada, en distintos lugares, que ella se negaba, que le decía “le diré a mi madre lo que haces” y que él seguía. Que lo único que quería era morirse.
Durante media hora, Caroline contó cómo fueron esos más de 10 años. Cómo empezaron los abusos, cómo siguieron, qué le decía él, cómo impactó en su vida, las amenazas, los intentos de suicidio, la perdida de tener una infancia normal y cómo logró ahora recomponer su vida.
“Desde muy pequeña tuve claro que mi presencia no era del todo deseada. Puesto que el embarazo de mi madre no fue aceptado por algunos de mis familiares. Debido a esto, mi infancia fue todo lo contrario a lo que se piensa que debería tener una niña en lo común, tener amigos, jugar con muñecas, entre otras cosas.”
Caroline relata que uno de los primeros recuerdos que tiene de los abusos de los que fue víctima llegó a edad temprana. Cuando tenia 4 años un episodio marcó lo que serían los días venideros.
“Mi mamá empezó a estudiar. Ella en las mañanas me preparaba el desayuno. Yo iba al colegio primario y no entendía muy bien que le pasaba. Tengo el recuerdo que mi papá entraba a mi habitación y yo miraba la tele. Se acercó a mí y empezó a frotar sus partes íntimas en mi espalda. Yo tuve una sensación rara porque no entendía lo que sucedía”, cuenta.
González, narra como al paso de los años y a medida de que su entendimiento se iba abriendo ante la situación, trató de reportar su caso ante las autoridades pero no fue oportuno porque quien fue su victimario no la dejó.
“A mis 8 años ya empecé a tomar más conciencia de lo que sucedía, recuerdo un día mientras mi mamá se duchaba, tomé un teléfono y llamé a la policía. Sin embargo, él se encontraba acostado a mi lado, me arrebató el teléfono y colgó la llamada. Y como mi madre se duchaba, no alcanzó a escuchar mis palabras”, narra la femenina.
Caroline a medida que iba a creciendo, intentaba de distintas maneras llamar la atención de su madre para contarle la situación de la que ya venía siendo víctima reiteradamente. Comenzó a dejarle notas escritas, de las que cada vez que su progenitora intentaba descifrar que decía, ‘su padre’ le hacía mentir al respecto con amenazas.
“Me decía que tenía un arma en su habitación y que ella asesinaría a mi madre si yo abría la boca”.
La joven reseña que a sus 11 años pensaba que al fin ella y su madre se librarían de quien era su abusador. debido a que habría descubierto una infidelidad por parte de su padre, pero no fue lo que realmente esperaba.
“A mis 11 años, él empezó a salir con otra mujer que no era mi madre. Ya para ese momento estaba creciendo, entendía todo, por un instante sentí un alivio, pensé que de esta manera al fin mi madre y yo nos íbamos a librar de él. Pero no fue así, él comenzó a llevarme donde la otra chica para que nos conociéramos y nos lleváramos bien. Yo le conté a mi madre y en vez de librarse de él, se formó otra disputa, una discusión muy fuerte como las que tenían en el pasado, solo veía a mi mamá con un cuchillo en su mano gritando, pero a la final, siguió todo, mis padres nunca se dejaron, porque él aparentemente habría dejado de salir con la otra, y mi sufrir a oscuras jamás dejo de ser”, expone la joven.
Caroline, transitó su relato con la voz entrecortada, miles de nudos en la garganta, y lágrimas que se derramaban en esos años de infierno.
“Recuerdo también una vez, cuando tenía 13 años, me dirigía hacia la casa de mi abuela, debido a que a era su cumpleaños. Eso transcurrió en el 2015, recuerdo que estaba tan agobiada que ingerí todo lo que se me atravesó en el momento, desde el perfume más pequeño. Hasta el detergente más tóxico que encontré, por primera vez estaba tan decidida a ponerle fin a mi sufrimiento, terminar con todo el dolor oscuro que sentía cada vez que todos dormían, cada vez que todos estaban distraídos, a cada momento y oportunidad repugnante que lastimosamente al que le tenía que llamar papá aprovechaba para ensuciar y utilizar mi cuerpo cada vez que se le venía en ganas”, acotó Caroline mientras sollozaba ante su testimonio.
Luego de que Caroline saliera de la clínica, este hombre lo primero que le mencionó al acercarse a ella, era que si habría dicho alguna palabra, de nuevo iba a matar a su mamá.
“Siempre fui forzada, siempre me negué. Y él siempre hallaba la manera de acceder a mí sin que nadie sospechara nada. Así fue desde mis siete años, hasta el 2018 que tuve la oportuna visita de mi prima, quien durante un proceso de aproximadamente un mes, me ayudó a que instaurara la denuncia en la fiscalía. Yo me sentía ahogada, lo único que pensaba era en suicidarme porque no venía otra forma de salir de ahí. O que él se muriera en un accidente y no volviera. Pero solo tenía dos opciones, intentar por última vez a que alguien me escuchara o en caso tal fracasar en el intento o suicidarme de una vez por todas”, describe González.
Caroline y su prima hicieron la denuncia en la policía. Su padre ha estado en libertad y aún está a la espera de la audiencia.
“Quiero que se haga justicia. Más de 10 años. Yo no tuve infancia. Hay cosas que veía que hacían los demás niños con sus padres y yo no tuve padre. Quiero que se haga justicia por ese infierno que tuve que atravesar la gran parte de mi vida donde lo único en que pensaba que me tenía que morir para salir de este sufrimiento”, puntualizó la afectada.
Caroline Mishel, pese a la catástrofe vivida casi toda su vida, su resiliencia la ha llevado a grandes cosas. Actualmente es modelo, fue aceptada en la universidad de externado Colombia y lidera un grupo de jóvenes quienes se dedican a realizar charlas y orientar en instituciones sobre el abuso sexual. Ella resalta que a pesar de todo nunca mezcló sus problemas con las demás responsabilidades y en el colegio siempre se destacó en sus notas académicas, fruto de esto el acceso a una universidad por fuera del país.
Caroline es otra de la víctima sobrevivientes de las alteraciones en la esfera sexual que, en vez de estar avergonzada, por fortuna ha podido continuar con su vida y actividades, debido a que este suceso que tiene presente en su es muy grave, la mayoría de las víctimas optan por “no” continuar con sus vidas.
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