Turistas que deciden practicar el buceo se sumergen a las profundidades para fotografiarse con la escultura.
Por Mercedes Yépez
Desde hace seis años el mar cuenta con un componente que a muchos buzos les ha llamado la atención, y es un angelito ubicado en el fondo del mar en la playa Granate, ubicada dentro del parque Tayrona.
Al ver el ángel de cemento muchos piensan que significa que alguien perdió un ser querido en algún accidente marítimo, o que puede ser un adulto que perdió la vida y le gustaba está parte del mar Caribe; pero, lo cierto es que ese monumento lo han bautizado ‘el Angelito de Cantilito’, en memoria de un niño que perdió la batalla contra el cáncer.
Pero de esta revelación surgen muchas preguntas, como el por qué se encuentra dentro del mar, a qué edad falleció el menor, debido que, aunque el lugar ha sido visitado por cientos de buzos y muchos se han fotografiado con el ángel, pocos saben la verdadera historia detrás de la estatua y la placa que reza el nombre de Mateo.
La gran batalla
Yimmi Rosero recuerda con una mirada perdida en el mar la historia de su hijo Mateo, quien a la edad de 5 años falleció, dejándole un gran vacío y una gran enseñanza a su familia.
Rosero en compañía de su esposa, Maribel Valencia, llegaron a Santa Marta para enamorarse de sus playas y su gente, incluso, dejando sus profesiones a un lado – el es Ingeniero Civil y ella Enfermera Profesional- para dedicarse a labores de mar.
Renunciaron a sus carreras para vivir una vida tranquila en la Perla de América y dedicarse a su hijo Mateo, no obstante, la vida les dio un giro abrupto, cuando en el 2015 la leucemia –cáncer en la sangre- les arrebató de su lado a su adorado hijo.
El inicio del dolor
Mateo a sus dos años no entendía lo que le pasaba en su cuerpo y el dolor que sentía, pero con una sonrisa en su rostro fue sorprendiendo a sus padres a medida que pasaba el tiempo, mostrándoles una madurez propia de las situaciones difíciles, entendiendo que la tristeza de sus progenitores se debía a una enfermedad que padecía.
Su enfermedad empeoraba con el pasar de los días y con ella el deseo ferviente de tener un hermanito. Diariamente les pedía a sus padres que le concedieran el anhelo para poder jugar con él cuando saliera de la enfermedad.
Sin embargo, sus padres se negaron ya que solo deseaban tener un solo niño, pero le prometieron que si él mejoraba encargarían un bebé.
El deseo de tener un hermano generó una mejoría en Mateo, quien a los 4 años y medio se llenó de vida, y con ello su familia volvió a sonreír. Como premio a tan gran milagro, sus padres encargaron a su segundo hijo tal como se lo habían prometido.
Pero la vida les dio un golpe más fuerte de Yeimy y Maribel, cuando en el 2015 el pequeño Mateo empeoró y en un abrir y cerrar de ojos dejó este mundo terrenal, quedando sus padres con el alma hecha pedazos.
En ese momento encontraron refugio en la escuela de buceo donde Mateo creció amando el mar y las bellezas que ofrece Santa Marta. A su corta edad y a pesar de su enfermedad, iba con sus padres a nadar el mar, donde se conectaban más como familia.
El angelito en el mar
Una vez que fallece Mateo, sus padres querían recordarlo con algo que los uniera, por eso eligieron hacer una escultura y llevarla al fondo del mar, donde junto a Mateo pasaron momentos felices e inolvidables.
Yimmi le relató a Santa Marta Al Día que tardó aproximadamente tres meses adecuando el lugar donde iría la escultura y se decidieron por una piedra grande que se llama Cantilito y está ubicada en Granate, playa que se encuentra dentro del Parque Tayrona y es usada más que todo por buzos debido al paisaje marino.
“Escogí ese lugar, porque sé que solo pueden entrar buzos y no lo van a destruir, como quizás hubiese pasado en otro lugar donde los turistas salen en sus lanchas y al tirar el ancla destruyen corales, la vida marina”, aseguró Rosero.
En la actualidad el ‘Ángel de Cantilito’ se ha convertido en un destino para las personas que le gusta mirar el paisaje marino, y para llegar a él hay que adentrarse 11 metros bajo el mar.
Rosero aseguró que lo hizo sin pensar en que iba a traer las miradas de decenas de turistas y propios, “solo estaba rindiendo un homenaje a mi hijo en el lugar que más nos gustaba y siento que me está cuidando desde el cielo y cuando buceo desde el mar”, dijo.
En la actualidad la familia Rosero Valencia sigue en el negocio de buceo al lado del hermanito de Mateo, quien ahora tiene seis años y juntos esperan visitar al ángel que tienen en el fondo del mar.
“Mi hijo Dominic sabe la historia de su hermanito, sabe de la existencia del angelito en el fondo del mar y quiere crecer rápido para poder visitarlo, pero a su corta edad solo puede bajar entre dos a tres metros. Mi esposa baja cada vez que puede y yo si lo hago todos los días, puesto que es un momento en que siento que él está a mi lado, además de hacerle mantenimiento”, contó Yimmi.