La historia reciente de Playa Blanca, tiene múltiples relatos, uno, lo cuentan los jueces, en sus jurisprudencia;otro es el que expresan los dueños de los restaurantes, tanto los legales, como los informales; de igual forma, existe el que divulgan los carperos y silleteros; también existe el expuesto por la institucionalidad; el que describen los medios convencionales de comunicación; ahora, lo que estamos haciendo entre todos es una historia que se convierta en el gran relato, una narrativa que nos permita encontrar un destino común.
Las ciencias sociales, las económicas, de la tierra,las políticas y la jurídicas, nos dan las herramientas para planear el futuro; es por eso, que hemos propiciado este debate franco, abierto, transparente acerca de cómo se formula entre los diversos agentes y actores que usufructúan el territorio un pacto de convivencia y corresponsabilidad común sostenible en el mediano y largo plazo.
Nuestro régimen Constitucional y legal nos permite, estructurar una hoja de ruta, es lo que llamamos planear el futuro, o traer el futuro al presente; para esto se requiere de un mínimo de consenso, una voluntad de superar el pasado más inmediato, hacer un alto en el camino, y ponernos de acuedo sobre como cambiamos el actual modelo de explotación de los ecosistemas que se encuentran en el territorio.
Somos enfáticos en señalar que el libreto hasta el momento impulsado llegó a su límite tanto jurídicamente, como ambiental y social; no es sostenible, no constituye oportunidad para nadie y no podemos continuar aspirando a mantenerlo así.
Existe en la comunidad un propósito de ser reconocida o cobijada con el galardón de la bandera azul; ese alto estándar turístico se logra estructurando un plan que sea sostenible, cooperativo y legal.
Hay personas naturales y jurídica que no ven la luz, sólo desean generar ambientes tóxicos y bronca con la institucionalidad, ésa forma de diseñar el relato futuro nos conduce a un camino sin esperanza, nos puede llevar a un alto nivel de confrontación y de destrucción de los primeros logros alcanzados por vía de la concertación que hemos hecho hasta el momento.
La institucionalidad se orienta, por el régimen normativo vigente, por la defensa del bien común y la convivencia; ése marco jurídico nos establece diversas obligaciones; el cambio climático motivado entre otras por el daño de los ecosistemas de playa, nos impone unas fronteras, límites precisos también para actuar y atajarlo; de lo contrario nos conducimos a mantener un modelo insostenible y a nuestra autodestrucción como especie.
El agotamiento de una forma de vida no la vemos, no la sentimos, no la palpamos, sobre todo cuando no se hace visible de forma diáfana, además cuando estamos tan conformes con ésa dinámica diaria que hemos impulsado por varios años y nos parece fenomenal, no tiene por que existir preocupación debajo de los cielos, sin embargo, la triste realidad acumula una tragedia interna.
Estamos proponiendo que el destino común lo formulemos entre todos, los empresarios, comerciantes, guias, bogas, carperos, vendedores de avalorios, los trabajadores, los turistas, actores y agentes todos del territorio de Playa Blanca, como una política pública sostenible, que se convierta en la nueva identidad de los que generan sus ingresos y la riqueza de los ecosistemas conservados que tantos beneficios han esparcido en la vida de las personas que diariamente laboran en este destino turístico.
Cuando se reniega de los cambios que se proponen todo se llena de tinieblas, no dejemos que las sombras nos arrastren al callejón de la opacidad de nuestra propia tragedia. El Rey de los sueños, nos llama desde las tinieblas, para que pensemos en el bien común, “gracias totales…”
Adolfobr.
