La búsqueda de la felicidad
Ayer tuve el magnífico placer y júbilo, de visitar distintos lugares del borde rural del Distrito de Santa Marta, para eso conté con el apoyo de un oficial creativo del Ejército Nacional.
Nuestro recorrido empezó en Palomino, en el límite de las fronteras invisible y preestablecida por el ordenamiento institucional y territorial.
Me asombró la historia de vida, de un cachaco, que hace cuarenta y cinco años, abandonó la ciudad más cerca de las estrellas, para vincularse al ecosistema más preciado de la región Caribe, la Sierra Nevada y convivir con uno de los pueblos originarios, todo ello, buscando la felicidad.
Estar cerca al mar de los siete colores, y encontrar un ecohotel y un multinivel, que ofrece desde un mirador, un espacio para carros rodantes, un sitio para consumir todas delicias de las frutas, llamado la “juguería”, las playas y las aguas de la sal embravecida.
Pero el verdadero éxito de este recorrido de la palabra, fue toparme, cómo dicen en tierras boyacenses, con un innovador e inventor de la arquitectura, que recorre el mundo exponiendo sus nuevas formas de habitad, un personaje que construye esperanzas, que se pueden impulsar en este mundo lleno de incertidumbre.
La gente de estos nano territorios, estaban llenos de regocijo, por la presencia del Ejército Nacional, por la seguridad que les brinda, ya que muchos fueron en el pasado más reciente, víctimas de los agentes de la ilegalidad, también, tenían cierta sorpresa, que el Secretario de Gobierno, los visitara un domingo en sus casas y negocios.
En todo este lugar, vamos encontrando, una mezcla de encanto por un lado, la biodiversidad por el otro, y la eterna lucha de nosotros los seres humanos, por descubrir los nichos de creación, de gozo y satisfacción; esta parte norte del Distrito, podría ser el nuevo destino, el de la felicidad, deberíamos considerarlo como parte de la oferta turística.
Siempre, tenemos sorpresa, las que te da la vida, dice la canción eterna, no logré seguir compartiendo con estas personas, que diariamente se levantan, llenos de optimismo y de fortaleza, para construir un mundo mejor y diferente, se aproximó la noche y tuvimos que partir para nuestro sitio de altas convulsiones, la calle décima, en el rodadero.
“Gracias totales”, como decía en su sueño el gran Gustavo Cerati, a los que me acompañaron de la Secretaria.