El laberinto del tren
El pálpito oculto de la realidad une demasiadas obsesiones, hoy tuve el placer de caminar, entre la terminación del día y la llegada de la noche, por las vías férreas, y contar mil traviesos, el elemento esencial de la infraestructura ferroviaria, la cuál esta construida, de carriles apoyados sobre travesaños que se disponen dentro de una capa de balasto, esto lo hice de forma simultánea, con la escucha de unos líderes sociales, que exponían su narrativa de cómo superar la oscuridad, de un largo tramo del laberinto.
Me parte el alma la obsesión de algunos, de incrementar sus patrimonios, mientras todos estos seres humanos humildes, tienen la esperanza de construir un mundo de ilusiones posibles, ése es el elixir que me mantiene en pié.
Mujeres, hombres, de diferentes generaciones, creen firmemente, que es posible modificar la página de la adversidad, de crear una versión de la vida distinta, consideran que ellos pueden ser partícipes de ésa innovación social del entorno.
Los diferentes estancamiento de agua, que producen larvas y mosquitos, les genera lamentos; quieren que ésa entelequia, que se llama gobierno se lo resuelva ampliando, limpiando y haciendo mantenimiento a los riachuelos.
Pero, lo que más anhelan es la energía de un tramo de la férrea, para acabar con las tinieblas y las sombras de la noche, en dónde ellos creen, que se origina la maldad, que tanto miedo les produce.
Tanto las señoras, como los hombres, solicitan, que la institucionalidad los acepte, los mire, los tenga en la lista de sus prioridades, que no los utilicen como una mercancía electoral.
Al final de la conversa, vi en los ojos de éstos seres humanos, el laberinto de la tenacidad, para mantenerse en la honda del cambio.
Los niños, que no pueden jugar un poco más en su cancha, la angustia de los padres, porque los estudiantes nocturnos no tengan algún percance al cruzar la frontera invisible, y que las calles estén iluminadas, ésa es la demanda del ahora.
Nos despedimos con el compromiso, de volvernos a encontrar mirándonos a los ojos, la única luz que nos conecta.
El gordo, que tiene unos kilos de sobra, me acompañó, creo que él veía la situación, más bien en términos de los códigos y las normas, ésa es su fortaleza, para recrearse insistía en colocar una música estridente y de poca calidad estética, frustró el oído y mí expectativas, pero bueno, ésa es la realidad de todos los sabores y calores.
Adolfoabr.