El uso obligatorio de los tapabocas en el mundo ha cambiado la estética de las sociedades al punto de que no llevarlo configura no solo una violación a una norma, sino la exposición a un riesgo en el que está de por medio la vida.
Y aunque nadie discute su utilidad hoy en día aún existen dudas sobre cuáles son los materiales, diseños y características específicas que deben cumplir estos accesorios para proteger verdaderamente del Sars-CoV-2.
Un estudio de la Universidad de Duke publicado hace poco en la revista ‘Science Advance’ diseñó una técnica de bajo costo para medir la eficacia de estas mascarillas para filtrar las gotículas expulsadas por las personas durante el habla, el estornudo y la tos.
En su trabajo, los investigadores encabezados como Martín Fisher utilizaron una caja negra a través de la cual pasaban un rayo láser para formar un delgado haz de luz, mientras que por un orificio una persona con diversos tipos de tapabocas hablaba y en el otro extremo una cámara de teléfono celular registraba la dispersión que tenía la luz por efecto de las gotas expulsadas.
Los investigadores probaron 14 de los tapabocas más comunes, entre los cuales se encontraban desde los N95 -recomendados para personal sanitario altamente expuesto frente al covid-19-, los quirúrgicos convencionales, los caseros de tela (algodón), hasta los pañuelos, bufandas y bandanas, que han ganado espacio en este segmento.
Para realizar la prueba primero se analizó la dispersión de la luz sin el uso de tapabocas y después el mismo voluntario hizo el ejercicio 10 veces con cada mascarilla para sacar datos concluyentes.
Durante el habla se comprobó que las gotas emitidas pueden lograr tamaños superiores a las 5 micras. Esto se midió a diferente intensidad de la voz. Sin embargo, los científicos dejaron claro que para medir la eficiencia durante la respiración regular se necesitan más estudios.
Para cada prueba la cámara registraba la dispersión de la luz antes de hablar, durante el habla 10 segundos y después de la eliminación de las gotas 20 segundos, utilizando siempre la misma frase que se repetía cinco veces: “Manténgase saludable”, pronunciada fuertemente por un hombre, pero sin gritar.
Con los resultados se definió un algoritmo que sacó conclusiones. Y así se comprobó que los más eficaces para contener las gotas “fueron los N95 bien ajustados, las mascarillas quirúrgicas de tres capas y los de algodón que muchas personas han hecho en casa”.