La crisis económica y la falta de comida generada por la pandemia ha obligado a muchos de los venezolanos en Santa Marta a tener que suplicar por ayuda; tal es el caso de Juan Toyo, Oscar Oliveros y Mareilis del Valle, tres primos quienes actualmente sufren por las condiciones en que están por el Covid-19.
Pese a que llegaron hace 3 años a la ciudad en busca de mejores oportunidades laborales, nunca se imaginaron que la propagación del virus iba a paralizar sus labores diarias, recorrer las calle de la ciudad vendiendo arepas, pan y tinto, trabajo del cual dependían sus ahorros para el plato de comida diario.
En medio de la realidad insostenible, aseguran que les ha tocado alimentarse solo con pan y agua, y algunas ocasiones con lo que recolectan con ayuda de sus vecinos, solo logran comprar media libra de arroz y 4 onzas de queso en la tienda de la esquina.
El panorama del confinamiento no les ha permitido conseguir lo necesario para continuar con las actividades que realizaban. El temor al contagio se encuentra inmerso en la comunidad, y ahora no les permite vender lo que en condiciones normales vendían.
Actualmente estas personas extranjeras se encuentran confinadas y sin poder trabajar, situación que ha provocado incertidumbre y tristeza, ya que no tienen con qué comer ni mucho menos recursos para enviar a sus familiares que también se encuentran atrapados en Venezuela.
Juan, Oscar y Mareilis piden a través de un vídeo a cualquier persona de buen corazón que desee colaborarles con una donación de mercados para poder calmar un poco el hambre que azota su salud por estos días de cuarentena.
Sin duda alguna, la emergencia sanitaria los ha puesto en una tremenda encrucijada, y están divididos entre el cuidado frente al contagio y la necesidad de obtener recursos económicos para sobrevivir.
“Ahora mismo no tenemos para pagar ni siquiera el arriendo donde vivimos, y tememos quedarnos en la calle y sin un techo donde dormir. Estamos perdiendo fuerzas y nos sentimos muy débil, porque no estamos comiendo como debe ser, queremos que por favor el gobierno nos ayude, ya que nos hemos recibido ninguna clase de beneficios”, dijo Juan Toyo.
Hoy el coronavirus los mantiene en una crisis no solo económica y de salud, sino también emocional, pues se sienten abrumados, frustrados y sin un horizonte claro que les marque el camino a seguir.
“Si supiéramos hasta cuándo estaremos así nos tranquilizaría, pero no sabemos hasta cuándo podremos soportar todo esto, hay días en que no sabemos qué hacer, recorremos toda la casa y hasta miramos al techo, tenemos miedo de morir de hambre o resultar contagiados”, dijo Mareilis del Valle.
Juan, Oscar y Mareilis continúan esperando a que este virus invasor termine y vuelvan a la normalidad, tomar nuevos caminos, retomar la vida y reinventarse en las calles un trabajo estable. Ellos esperan la solidaridad de los samarios para enfrentar la crisis dignamente y tener un futuro mejor, sin distingos de nacionalidad ni xenofobia.