Tras una inédita votación en democracia, el Senado aprobó el jueves un proyecto de ley que permitirá a los chilenos votar en un plebiscito en abril de 2020 para decidir si se reemplaza o no la Constitución instaurada hace 38 años por el dictador Augusto Pinochet. También se decidirá quién debería escribir la nueva carta magna.
El Senado de 43 miembros aprobó el plebiscito por una abrumadora mayoría de 38 votos a favor y tres abstenciones en medio de aplausos transversales.
“Acá está el inicio del fin de la Constitución de Pinochet”, sentenció el senador opositor Guido Girardi.
El proyecto, aprobado en la víspera por la Cámara de Diputados con 127 votos a favor y 18 en contra, se convertirá en ley luego de un par de trámites burocráticos que incluyen la firma del presidente Sebastián Piñera, quien hasta antes de un violento estallido social hace dos meses y multitudinarias manifestaciones rechazaba tajantemente una nueva Constitución y sólo favorecía algunas reformas.
Giradi dijo que el resultado de la votación “quiere decir que se va a terminar el agua como propiedad privada… una sociedad donde la propiedad privada está por sobre cualquier otro valor… y un sistema que ha conducido a Chile a la hacia la desigualdad”.
El oficialismo aprobó el plebiscito constitucional y rechazó en otra votación tres normas transitorias presentadas por la oposición, que buscaba que la convención constitucional que se elegirá en octubre de 2020 -si la mayoría de los chilenos vota por una nueva carta magna- esté integrada por igual número de hombres y mujeres, escaños reservados para indígenas y que los independientes compitan en igualdad de condiciones con los partidos políticos.
“Fueron derrotados aquellos que pretendían a través de la vía de la fuerza en las calles cambiar las cosas”, dijo el senador oficialista Francisco Chahuán.
La presión popular también obligó a los partidos políticos oficialistas y de oposición -excepto el Partido Comunista, que se restó- a firmar un histórico acuerdo el pasado 15 de noviembre, cuando prometieron concurrir con sus votos en el Congreso para aprobar el proyecto que requería 2/3 de los votos del parlamento. Ni el gobierno ni la disidencia tenían los votos necesarios para aprobar la nueva ley sin el apoyo de su contraparte.
Hasta mediados de octubre era impensable un acuerdo político que reuniera 2/3 de los votos parlamentarios. El alto quorum es uno de los mecanismos de amarre contenidos por la Constitución de Pinochet para frenar las reformas a la carta magna.
La oposición insistió en las normas transitorias en un nuevo proyecto, que incluyó que los chilenos que viven en el extranjero puedan votar en el plebiscito. Una parte del partido oficialista Renovación Nacional está de acuerdo en que más mujeres integren la eventual convención constitucional.
El 51% de los 18 millones de chilenos son mujeres. La senadora Ena von Baer, de la conservadora Unión Demócrata Independiente, criticó a la oposición por insistir en las normas transitorias. “Es muy difícil y muy riesgoso para un país entrar en un proceso constituyente sin que todas las partes cumplan la palabra empeñada… hay ejemplos de otros países latinoamericanos donde los procesos constituyentes han terminado muy mal y han terminado en gobiernos autoritarios”, afirmó en aparente alusión a Bolivia y Venezuela.
Diversas encuestas y analistas estiman que la votación de los chilenos en abril y octubre será muy superior al 46,6% que participó en las presidenciales de 2017, ganadas por Piñera.
Un virtual plebiscito voluntario, organizado por 226 de las 345 municipalidades chilenas y realizado el último fin de semana, arrojó que más del 90% de quienes votaron quieren una nueva Constitución que debería ser redactada por una Convención o Asamblea Constituyente integrada sólo por miembros electos. En la votación participaron más de dos millones de personas.