El municipio de El Banco, en el sur del Magdalena, amaneció este miércoles sumido en una escena de caos, impotencia y desolación, luego de un fuerte e inesperado aguacero que dejó al descubierto la fragilidad de su infraestructura urbana.
Sectores urbanos y rurales resultaron gravemente afectados por la tormenta. Las calles se convirtieron en ríos, el sistema de alcantarillado colapsó y las principales vías quedaron intransitables. Las mayores pérdidas se concentraron en la zona comercial, donde comerciantes vieron cómo el agua arrasaba con su mercancía y sus esfuerzos de todo un año.
A la emergencia climática se sumó un hecho indignante: el robo de una motobomba esencial para la evacuación de aguas en el área comercial. La máquina, sustraída días antes del aguacero, era clave para mitigar los efectos de las lluvias, lo que dejó a los habitantes sin una herramienta fundamental para evitar la inundación.
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Este acto de irresponsabilidad, que transformó un fenómeno natural en una tragedia evitable, ha generado indignación entre la comunidad. Mientras tanto, el Puesto de Mando Unificado (PMU), instalado en el Cuerpo de Bomberos, evalúa las afectaciones y coordina acciones junto al alcalde Ronald Darío Flores Sierra y el Comité Municipal de Gestión del Riesgo, en busca de soluciones provisionales que permitan reemplazar el equipo robado.
El diputado banqueño Edgar Arias Ortiz expresó su solidaridad con las familias damnificadas y pidió a las autoridades locales redoblar esfuerzos para enfrentar este tipo de emergencias, cuestionando además la lentitud institucional en la atención de la crisis.
La comunidad exige justicia por el hurto de la motobomba y reclama medidas estructurales que eviten que un evento natural vuelva a convertirse en catástrofe. Para muchos, la furia de la naturaleza y la negligencia humana han marcado un punto de quiebre que requiere atención inmediata.


