Para muchos en Santa Marta, la solución en cuanto al servicio de agua potable ha sido peor que la enfermedad. Miles los samarios a diario recurren a distintos mecanismos artesanales para conseguir y utilizar las cantidades mínimas de agua para el funcionamiento de sus hogares.
Otros por el contrario sufren porque a sus casas sólo llega “caca” revuelta con agua. “Aguas residuales, eso es lo que nos brinda Veolia”.
Además del baño en poncheras, se ha convertido en una tradición de los samarios el arrear agua en baldes, recaudar una vez a la semana el líquido en todos los recipientes posibles de sus casas, incluyendo ollas y calderos, bañarse con toallas humedecidas y aromatizadas con lociones, reutilizar el fluido que recogen luego de lavar la ropa para hacer aseo y hasta regar los jardines, entre muchas otras prácticas.
Hoy la falta de un suministro confiable, nuevamente tiene en jaque el sistema de acueducto de Santa Marta, muy a pesar de los constantes anuncios de la Alcaldía para mitigar el impacto.
“Pasamos de un mal operador a un pésimo operador, servicio más caro y lo peor, sectores de la ciudad donde antes no tenían problemas con el servicio, hoy en día tienen que verse en la obligación de comprar carro tanques, pues lo único que llega a las puertas de las casas de los samarios son los recibos de cobro del servicio y las aguas negras, pues el alcantarillado también colapso en ciertos sectores de la ciudad”, aseguran varios samarios en redes sociales.
Caso concreto, fue la denuncia hecha en el barrio Luz del Mundo, quien en la mayoría de la semana permanecen sin agua, el domingo cuando les llegó el agua, los residentes del sector se llevaron la sorpresa fue que en las plumas llegaba con un color marrón y con malos olores.
La denuncia la realizó una habitante de ese sector, la mujer se puso en contacto con el periódico digital SANTA MARTA AL DÍA a través de su WhatsApp, donde hizo saber a todos los periodistas la manera cómo la empresa Veolia le suministraba el agua, después de permanecer más de una semana sin el líquido, el cual es necesario para las necesidades de una vivienda.