En el ataque se registró el sábado también dejó cuatro personas heridas.
En la alerta se encuentra la comunidad wayuu de Jitka, zona rural de Maicao (La Guajira), tras la desaparición de 20 adultos y niños, que salieron huyendo en medio de la incursión armada que dejó como saldo tres indígenas muertos y cuatro heridos.
Aseguran que entre los desaparecidos desde el pasado sábado se encuentran varios niños de 5, 8, 9 y 11 años de edad.
La comunidad ubicada en el km 47 que comprende el amplio territorio de Ceura, se encuentra atemorizada y pide la intervención del Estado para dirimir el conflicto que se ha recrudecido y que inicialmente era entre miembros del clan Epieyú, de los cuales son parientes lejanos y con los que no tenían problema alguno.
Los hechos del pasado sábado, en el cementerio ancestral involucran ahora a otros dos clanes, entre ellos el Pushaina, con la muerte de los primos hermanos Ezequiel y Felipe Epieyú.
También murió el indígena wayuu de origen venezolano Ramón Hernández, de 58 años, quien había sido contratado para realizar labores de albañilería.
Natalia Epieyú, hermana de Felipe, le contó al periódico El Tiempo que este domingo fueron advertidos que deben salir del territorio “ellos nos tienen amenazadas con los niños, quieren que la tierra se quede sola, solo para ellos. Que no estemos aquí y si no tenemos a donde ir, muertos iremos a quedar aquí, porque ellos dijeron que venían a la casa a acabar con todo”.
La mujer contó que no han podido salir del lugar porque no tienen a donde ir y se sienten atemorizados ya que son muchas las personas que deberían salir: 30 mujeres mayores con sus hijos y nietos. Entre los que se encuentran cinco mujeres embarazadas y 35 menores.
No queremos que pase más nada, nos duele lo que está pasando. Nuestros hombres los que quedaron son poquitos y no tienen armamento, no tienen nada
“No queremos que pase más nada, nos duele lo que está pasando. Nuestros hombres los que quedaron son poquitos y no tienen armamento, no tienen nada”, señaló.
Indicó que afortunadamente han contado con el acompañamiento del Ejército y la Policía, quienes le brindaron protección, debido a la gran cantidad niños y mujeres embarazadas que hay en la comunidad. Pero esto no será permanente.
Además, denuncia que “los atacantes son personas que han asesinado a menores, han quemado casas, han hecho desastres con otras personas en otras comunidades y están acostumbrados a quitarles los terrenos”.
“Estoy nerviosa por nuestros hijos y familia. No queremos que nos hagan daño, ni a los niños que se pasan todo el día llorando asustados”, expresa Natalia.
Por su parte, José Silva, representante de la oenegé Nación Wayuu, defensora de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y las Minorías Étnicas denunció que estos enfrentamientos se están recrudeciendo debido a divisiones entre las familias por la injerencia de los programas estatales en los territorios indígenas.
“Uno de ellos es el programa del Sistema General de Participaciones, en donde la comunidad tiene derecho a percibir un recurso anual y la injerencia arbitraria de empresas que levantan sus proyectos en los territorios indígenas y no están adelantando, ni respetando el derecho a la consulta previa como derecho fundamental de los pueblos indígenas”, dijo Silva.
Es de señalar que esta comunidad recibe, además, el pago de servidumbre por la tubería del gas y las torres de interconexión eléctrica que comenzaron a funcionar en 2020.
El ataque
Las personas asesinadas se encontraban indefensos en el cementerio considerado un territorio sagrado para los wayuu, preparando unos osarios para el segundo velorio de sus abuelos, cuyos restos serían sacados el próximo 27 de marzo.
Cuando fueron sorprendidos por unas 20 personas que llegaron en moto y de a pie, portando armas de largo alcance, algunos con los rostros cubiertos, otros no, comenzando a disparar indiscriminadamente.
Una anciana se opuso al ataque armado, colocándose de barrera para proteger a su hijo que resultó herido, evitando así que fuera masacrado, por lo que recibió golpes y fue arrastrada.